¿Así era ligar por Internet?

31.05.2017

He perdido práctica en los lares del flirteo virtual. Hacía ya varios años que no visitaba las típicas páginas web para encontrar pareja o conocer gente con el objetivo de mantener una relación amorosa. Por la curiosidad inconsciente que va unida a la juventud, antes sí me divertía visitar este tipo de sitios. Hombres y mujeres de cualquier edad y condición sexual utilizaban la Red para conocer personas afines con las que quizá, podría surgir el amor o un encuentro casual sin compromiso alguno. Ya no era un terreno exclusivo para personas raras, solitarias o con algún problema emocional o de cualquier otro tipo, como se solía pensar (y muchas veces, con razón) en los inicios de Internet. Incluso nos daba reparo entrar en estos espacios por miedo a ser juzgados.

No obstante, actualmente me inclino a pensar que este tipo de aplicaciones (sí, también puedes descargártelas en el móvil para tenerlas más a mano) han vuelto a degenerar de una manera alarmante. O yo soy más desconfiada que nunca (que también) o los hombres de hoy en día quieren todo demasiado rápido y de una manera desesperada. Dan una imagen que no motiva en absoluto. En los pocos días que llevo dentro de este mundo curioso para entablar conversación con desconocidos, me he sorprendido al menos en cuatro o cinco ocasiones. Y siempre para mal. Debo añadir que las sorpresas gratas se hacen de rogar o sencillamente, ni aparecen.

Hace un par de semanas, me topé en una de esas páginas extrañas con un chico, de mi ciudad. En las fotos de su perfil, aparecía con una guitarra y un micro. Músico. Bien. Me llamó la atención, aunque físicamente no era de mi estilo. Empezamos a hablar; él me contó su vida en términos generales y yo la mía. Sin profundizar demasiado en nuestras miserias. Nos caímos bien, aunque no pude destacar nada especialmente cautivador o interesante de su persona. No me importó: estuvimos hablando también durante el día siguiente. El problema llegó cuando me informó, así de repente y sin ningún tipo de sentido, que le iba a contar a la gente de su entorno que yo era su cibernovia. ¿Pero qué demonios...? Socorro. Sobra mencionar que le bloqueé al instante de todos los medios habidos y por haber a través de los cuales pudiese ponerse en contacto conmigo aquel individuo con un sentido del humor bastante cuestionable.

No sé qué les ocurre a los tipos de hoy que utilizan estas vías para buscar pareja o sexo casual. Algunos incluso te recriminan que no contestes a sus mensajes (porque lo cierto es que a veces, sus charlas son tan insustanciales, que da una pereza inmensa retomarlas) o que te envíen su número de teléfono y no les agregues a tu agenda (qué facilidad tienen algunos para exponerse, con la cantidad de locas potenciales que viven en esta sociedad). Hemos llegado a un punto en el que el hecho de que te mientan en los chats es lo de menos. Ahora existen riesgos bien distintos, aunque la buena noticia es que si ya tienes tus años y has vivido suficientes experiencias, sabrás detectar indicios claros de que la mente del personaje en cuestión no funciona como debería.

Reconozco que he desarrollado un radar (que siempre puede fallar, por supuesto) para detectar tíos raros. Como digo, no es nada complicado si estás atenta a las señales que ellos te envían. Basta con observar a los que se pasan las veinticuatro horas del día metidos en las webs de citas. ¿Es que no tienen aficiones? ¿Son adictos al móvil o quizá al pornhub? ¿No quedan con nadie? ¿Son personas sin amigos? O lo que es peor: ¿no tienen ni ganas de tenerlos? Porque la verdad es que asusta meterse en estas aplicaciones y ver que ellos siguen en línea, siempre, una y otra vez, sin descanso, sea la hora que sea, sábado, domingo, lunes. A TODAS HORAS. Y eso no es lo peor. El tema es que se gastan su dinero en enviar flechazos, hechizos o cómo puñetas se llamen esas cosas que se mandan para demostrar a la chica en cuestión que te ha gustado. La idea de que sean ellos los que paguen por este tipo de servicios no es fruto del azar, porque sinceramente, no me imagino a ninguna de nosotras pagando por algo así. ¿O es posible que me esté equivocando?

Tampoco podemos pasar por alto a los que tienen ataques de celos sin apenas conocerte. Es inaudito que alguien con el que llevas hablando tres días te diga que te desea que te aproveche el chico al que "te estás tirando". Literal. ¿Disculpa? ¿Nos conocemos hasta llegar al punto de que cuestiones con quién comparto mi tiempo? ¿En qué punto se creó tal clima de confianza como para que te atrevas a dirigirte a mí de ese modo? El asunto es preocupante. La gente no se molesta en disfrutar del camino, conocer y dejarse conocer, intercambiar opiniones sanas sobre temas relevantes, profundizar en cosas realmente importantes. El perfil de algunos hombres que buscan amor en la Red se asemeja demasiado al de un psicópata: actúan como ellos y encima, lo parecen, sin disimulos, con la ventaja de que están demasiado lejos como para ser peligrosos. ¿Así cómo esperan encontrar pareja estable? Es muy probable que la mayoría de chicas huyan despavoridas a la mínima tontería. Porque no somos idiotas, aunque nos lo hagamos.

Considero que el mundo está mal planteado. La mayoría pensamos que lo mejor que te puede pasar en la vida es que encuentres a tu pareja ideal, aquella que te complemente y con la que puedas compartir todas tus inquietudes y tus proyectos vitales. Sin embargo, las pruebas nos muestran que no es así. A diario, se rompen relaciones y los afectados debemos reconstruir nuestra existencia con los pedazos que nos deja ese fracaso amoroso. Y nos ocurre una y otra vez. Algunos afortunados dan en el clavo desde el principio y forman familias maravillosas, pero ésa no es la tónica habitual. Lo frecuente es estrellarse, continuamente. Y como tropezamos miles de veces con la misma piedra, no aprendemos.

¿No nos hemos preguntado que quizá ser felices en pareja sea una utopía? ¿No puede ser que lo valioso sea estar solos y disfrutar de nosotros mismos? ¿No es más dichoso aquel que persigue sus sueños y confía en sus amigos de verdad, sin temer una pérdida amorosa que tarde o temprano siempre llega? Porque si no te enamoras, no tienes nada que temer. Ni que perder. Eso lo sabemos todos. Bueno, todos, menos los de las webs de ligue. Que menudo empeño. 

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